Un día en la clase de tutoría jugamos a un juego.En este juego hicimos un pequeño teatro y se trataba de que participaran cinco personas, tres de ellas tenían que criticar y machacar a una persona delante suyo y de todos los compañeros de la clase, y la persona que falta era el observador, es decir que podía observar y actuar pero no hablar.Empezó el teatro y empezaron a criticar al pobre chico, a criticarlo de una manera muy bestia, le empezaban a decir que olía mal, que se peinara, que se fuera de clase porque no lo quería nadie y muchas cosas más. Primero toda la clase se reía porque sabíamos que era todo mentira pero poco a poco se fueron marchando las risas de las caras de todos los niños y yo me empecé a sentir mal aunque sabía que era mentira porque estaba mirando cómo estaban criticando a un niño indefenso y no podía hacer nada.Entonces empecé a reflexionar y saqué muchas conclusiones como por ejemplo: que no debemos tratar mal a la gente sin motivos y si tienes motivos antes de criticar consultarlo con la persona que tienes el problema o con algún profesor, también me di cuenta de que tú mismo o cualquier otra persona no le gustaría estar en el lugar del criticado o machacado y como el refrán dice:"LO QUE NO QUIERAS PARA TI NO LO QUIERAS PARA NADIE".Si digo la verdad aquel ejercicio me fue muy bien porque me hizo reflexionar y pensar en otras personas criticadas.
A principios de 1900 nacieron dos niños en Rusia, Pyotr Popov y Yelena Popov, los dos hermanos gemelos. Su madre Olesya, era viuda por la muerte de su marido el 1899 en la protesta de Lenin de los socialdemócratas rusos.
Los chicos fueron abandonados por su madre llena de miedo en 1916 cuando su madre vio que la revolución se acercaba. Los dos chicos fueron tratando de sobrevivir robando y pidiendo dinero a la gente para comer.
Pyotr consiguió un trabajo, de trabajador en un fabrica armamentística, donde hubo una baja y él la cubrió. El primer día de trabajo conoció al encargado de su sección, Timofei, un hombre de entre 40 y 50 años muy educado y respetuoso. Pyotr era muy buen trabajador, porque era consciente de que necesitaban dinero para alojarse en algún sitio entre él y su hermana, que trabajaba en un casa de limpieza por las mañanas.
